sábado, 12 de junio de 2010

El Inicio de la vida y el final de una


Tiempo atrás, sentado en la silla eléctrica, el comandante Alberto Rivera recordó aquella remota mañana en que su hermano mayor lo llevó a conocer el mar. Piura era entonces un pequeño pueblo con apenas treinta casas de adobe y quincha construidas relativamente cerca de las playas de aguas tibias, transparentes y celestes, cuyas olas proporcionaban diversión a los bañistas y reventaban contra algunas piedras que estaban en la orilla. El mundo era tan reciente, que muchos objetos carecían de nombre, y para mencionarlos había que hacer referencia a lo que los caracterizaba.

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