Solo vi a Susi Díaz una vez en mi vida. Mis amigas vinieron a mi casa eufóricas, yo no entendía lo que estaba pasando, me dijeron que las acompañara, yo las seguí. No sabía hacia donde íbamos, de pronto llegamos a una casona en Pueblo Libre, estaba replete de gente y había más de un artista queriendo figurar entre las cámaras. Logramos llegar hasta Susi, allí estaba ella, en el centro de la sala, con ropa decente y un maquillaje sobrio, fue la primera y única vez que la vimos casi natural, pero fue suficiente para saber que se había ido para siempre, junto con sus canciones y escándalos, lo único que quedaba de ella eran sus restos tiesos, pálidos y fríos, su muerte era innegable.
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